En Pulso Consciente: Todas y todos somos alguien en algún lugar

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Patricio Ibarra (Pato Ibarra)
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Jul 31, 2025
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Al despertarnos cada mañana, nuestros ojos realizan un breve y veloz escaneo de lo que nos rodea; en fracciones de segundos, nuestros sentidos chequean nuestro entorno para ubicarnos en el tiempo y el espacio.

Esta breve indagación nuestra mente la realiza de manera espontánea y no está sujeta al control de nuestra voluntad; incluso, muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta de que ocurre. Son muchos y variados los procesos que permiten otorgar constancia y continuidad a nuestra existencia.

En general, no tenemos consciencia de la multiplicidad de algoritmos que nos permiten existir en un orden mental y no en el caos de la locura. No reparamos en el milagro que nos permite tener una identidad estable y continua en el tiempo, de manera que nuestros recuerdos y vivencias tengan sentido de pertenencia, orden y perdurabilidad.

En definitiva, no nos damos cuenta de que, gracias a millones de años de evolución, EXISTIMOS. Cada vez que abrimos los ojos, somos alguien en algún lugar; es decir, somos (un yo) y estamos (en un lugar y en un tiempo).

Estos procesos complejos y multidimensionales que nuestra mente ejecuta en milésimas de segundos, de forma automática y autónoma, son el resultado de millones de años de evolución biológica de la humanidad. Gracias a un largo y paulatino desarrollo de la consciencia individual y colectiva, podemos SER ALGUIEN EN ALGÚN LUGAR.

No comprendemos el milagro que nos permite hablar de nosotr@s, nuestros recuerdos y anhelos. Nuestra ingratitud simplemente es producto de que, en algún instante de nuestra existencia, intra o extrauterina, recibimos un tesoro invaluable: nuestra consciencia. Sin tener claro qué méritos nos otorgaron semejante favor, recibimos este maravilloso tesoro y simplemente lo utilizamos para desarrollar nuestras capacidades y personalidad.

La consciencia humana indudablemente es un fenómeno de facto, un legado de todas las generaciones que nos precedieron, un telón de fondo que estructura, categoriza y define nuestra vida psíquica, un sistema con el que organizamos lo real, ese inmenso mundo en el que estamos arrojados a millones de perturbaciones neuronales y a una vasta gama de percepciones y experiencias.

Gracias a este extenso océano de estímulos, nuestras experiencias son muy diversas, coloridas y contradictorias; algunas evidentes y colectivas, y otras subjetivas y personales. Estos dos tipos de experiencias, íntimas y compartidas, delimitan nuestro mundo interior y nuestro mundo exterior.

Cual locos del Tarot, iniciamos un largo viaje, disfrutando la vida sin saber de dónde venimos, quiénes somos ni hacia dónde vamos. Simplemente existimos, ignorando nuestras amenazas y disfrutando del elixir de la vida. Pero al poco andar, aparecen sensaciones, emociones, sentimientos y pensamientos que no encajan en el mundo que nos rodea, y que, por tanto, son inadecuadas y debemos dejarlas, abandonarlas, para poder habitar en el mundo social, el de nuestra familia, el de la escuela, el de nuestras amistades, etc.

Pensando que éramos el centro de la existencia y que todas las maravillas que aparecían en nuestro paraíso interior eran frutos deseables para quienes nos rodeaban, sufrimos la primera decepción de nuestra existencia: muchas vivencias íntimas e intensas eran intolerables para otr@s, y, por tanto, debíamos abandonarlas, olvidarlas o extirparlas. Pero este mandato nunca pudimos cumplirlo cabalmente y solo alcanzamos escasamente a transformarlas en irrupciones indeseables que intentábamos frustrar o reprimir.

La mayoría las inhibimos para ocultarlas a los demás, pero lamentablemente, no pocas veces terminamos ocultándolas también a nosotr@s. Así incubamos nuestra sombra, esa acompañante indeseada, pero lealmente presente. Nuestra cuna en la que anidamos tantos deseos indeseados.

Esta es la brevísima crónica del milagro que malogramos y el inicio de una extraordinaria aventura: EL CAMINO DEL ESPÍRITU, que juntos recorreremos con PULSO CONSCIENTE.

Patricio Ibarra Fernández
EDITOR PULSO CONSCIENTE