Serie: Los 6 territorios de la consciencia humana

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Scarlet Ibarra (Sca)
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Psicología Expandida
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Jul 14, 2025
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¿En qué nivel de consciencia estás viviendo tu vida?

El 92% de las personas no logra transformar su realidad porque desconoce desde qué estado emocional la está creando.

¿Te has preguntado por qué repites vínculos que te drenan, persigues dinero que no fluye, o sientes que tu propósito sigue escondido detrás de la rutina?

No es tu historia.
Es tu frecuencia.

Hemos creado una serie inédita que no vas a encontrar en ningún otro medio:
Los 6 territorios de la consciencia humana según el Mapa de Hawkins.
Un recorrido crudo, lúcido y profundamente humano por las seis áreas clave que determinan tu evolución: relaciones, dinero, propósito, amor propio, salud y espiritualidad.

No hablamos de teoría. Hablamos de por qué tu vida se siente como se siente.

1. Relaciones y niveles de consciencia
Una lectura cruda y lúcida sobre por qué atraemos vínculos que aún no estamos listos para habitar

Más del 85% de las personas repiten patrones vinculares que no entienden. No es azar ni mala suerte. Es una cuestión de nivel de consciencia. La calidad de nuestras relaciones está directamente relacionada con la frecuencia emocional desde la que nos vinculamos. Esta nota expone, sin adornos, cómo y por qué atraemos lo que atraemos.

Las relaciones son el campo de batalla más sofisticado del desarrollo humano. Ninguna otra dimensión de la vida nos refleja con tanta precisión lo que aún no hemos logrado integrar. Pese a todo el discurso de la libertad de elección, los vínculos que sostenemos —y los que evitamos— responden con exactitud matemática a nuestros niveles de consciencia.

El psiquiatra David Hawkins propuso un mapa que ordena la experiencia humana en niveles de energía, desde la culpa y la vergüenza hasta la paz y la iluminación. Cada nivel tiene un campo emocional dominante, una forma de percibir la realidad y, sobre todo, una frecuencia de atracción. Si hay un área donde esto se vuelve brutalmente visible, es en las relaciones.

Uno no “elige” pareja ni conflicto. Uno convoca, desde su estado vibracional, exactamente lo que necesita para ver lo que no quiere mirar. En niveles bajos, los vínculos son lugares de carencia, necesidad, dependencia o poder. En niveles altos, son espacios de autenticidad, evolución y verdad. Pero no se puede amar desde el miedo y esperar plenitud. La relación no se sana con el otro: se sana desde el nivel de consciencia en el que decido mirar al otro.

2. Dinero y vibración: lo que revela tu economía sobre tu estado interno

Hay algo que el lenguaje espiritual evita, pero que revela con cruda honestidad el nivel interno de una persona: su relación con el dinero. No hablamos solo de cifras, sino de vibración. El dinero no es un fin, es un amplificador. Multiplica el nivel de consciencia con el que se sostiene.

En los niveles más bajos de Hawkins, el dinero representa miedo, escasez, vergüenza. Se gasta desde la ansiedad, se retiene por temor, se ambiciona con deseo. El dinero se vuelve una guerra interna. Se vive desde la carencia incluso cuando se tiene.

En niveles medios, el dinero es una herramienta, pero cargada de tensión: se quiere "lograr", "conseguir", "alcanzar". Aún hay lucha. En niveles altos, el dinero pierde centralidad egoica y se convierte en energía en movimiento. Se recibe, se circula, se comparte. No define, acompaña. No se persigue, se atrae. Lo interesante es que cuanto más alto el nivel de consciencia, más dinero fluye. Pero ya no se necesita.

3. Propósito: cuando la vida deja de ser supervivencia y se vuelve dirección

No hay mayor lujo espiritual que saber por qué uno está vivo. El propósito no es una carrera ni un logro. Es una frecuencia. Es el grado de alineación entre lo que uno hace y lo que uno es.

En los niveles bajos del mapa de consciencia, el propósito se vive como carga. Se trabaja para sobrevivir, se produce para ser aceptado, se hace para complacer. La vida es un deber. Se sufre por no encontrar sentido y, al mismo tiempo, se teme lo que vendría con encontrarlo: responsabilidad.

En niveles medios, el propósito empieza a aparecer como una inquietud. Algo empuja desde adentro. Se comienza a buscar. Pero aún hay expectativas externas, necesidad de reconocimiento. En niveles elevados, el propósito no se busca: se recuerda. Y se vive desde la entrega. Se convierte en una extensión natural del ser. No se mide por resultados. Se sostiene por coherencia.

4. Amor propio: el nivel de consciencia más radical y menos comprendido

Amarse a uno mismo no es un acto narcisista. Es una revolución interna. Es la base de cualquier otra transformación verdadera. Y es, paradójicamente, el nivel de consciencia menos popularizado porque implica desmantelar siglos de culpa colectiva.

Desde los niveles bajos de consciencia, el amor propio es inexistente o se vive como defensa. Se cree que es cuidarse, pero en realidad se está sobreviviendo. Hay rigidez, juicio, rechazo, exigencia. En niveles medios, aparece el esfuerzo por construirlo: afirmaciones, autocuidado, límites. Pero sigue siendo una construcción mental.

En niveles elevados, el amor propio deja de ser una meta. Se vuelve la base. No se hace para ser feliz. Se es feliz porque se está en paz con uno mismo. Amar-se, en esta etapa, no es algo que se practica: es algo que ocurre naturalmente cuando se ha desactivado la programación de autotraición. Es el milagro de reconocerse.

5. Cuerpo y salud: cuando la biología se convierte en reflejo del alma

El cuerpo no miente. Es, quizá, el mensajero más brutalmente honesto del estado de consciencia. Cada dolencia, cada exceso, cada carencia, revela una historia emocional no resuelta.

En niveles bajos, el cuerpo se vive como un enemigo. Se castiga, se exige, se ignora. La salud se concibe como algo que se "pierde" o se "mantiene" a costa de esfuerzo. En niveles medios, se empieza a cuidar el cuerpo, pero desde el control. Dietas, rutinas, miedo al envejecimiento. Aún hay lucha.

En niveles altos, el cuerpo se vuelve un canal. No se controla, se escucha. La salud ya no es un objetivo, sino una consecuencia de la armonía interna. No se vive desde el miedo a enfermar, sino desde la gratitud por sentir. El cuerpo se convierte en templo, no en territorio de guerra.

6. Espiritualidad: el espacio interior donde la consciencia se reconoce a sí misma

La espiritualidad no comienza con la religión. Comienza cuando la realidad deja de ser explicable solo por la razón. Es el momento en que la vida se percibe como algo que está sucediendo con sentido, aunque no lo comprendamos del todo.

En niveles bajos, la espiritualidad es rechazada o temida. Se la asocia con castigo, moral, dogma. En niveles intermedios, se convierte en búsqueda: meditaciones, rituales, maestros. Aún hay deseo de control espiritual. Se busca "iluminarse" como si fuera una conquista.

En niveles altos, la espiritualidad deja de ser una práctica. Se convierte en una forma de mirar. La vida entera se vuelve un acto sagrado. No hay que "hacer" nada para merecer paz: se recuerda que la paz siempre estuvo. Es el estado donde la consciencia se reconoce a sí misma en todo. No hay separación entre lo espiritual y lo cotidiano. Hay presencia. Hay unidad.